Centro Cultural Querencia
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lunes, enero 07, 2008

De La Rioja a Corrientes, y vuelta

Queridos amigos:

estando "en familia", me permitiré contarles algunas impresiones de Corrientes al correr de la pluma.

Nuestra presencia se debió a la gentil invitación del Dr. F.J.S.G., Presidente del Instituto de Ciencias Genealógicas, al acto del 14, en el Museo Histórico, juntamente con su Director, el Lic. M.F.G.A., otro destacado investigador e integrante de la entidad, a la que se incorporaron varios miembros correspondientes, entre los que tengo el honor de contarme.

Y es un verdadero honor por la calidad de las personas y de las instituciones citadas, a las que se suma el Instituto de Investigaciones Históricas y Culturales de Corrientes (que me honró el año pasado designándome miembro honorario).

Un falllido intento de viaje por Chamical-Casa de Piedra hacia el este de Santiago del Estero nos obligó a tomar otro rumbo y pasar por Catamarca, donde dejamos el auto. Antes de tomar el ómnibus a Tucumán (para de ahí continuar a la noche a Corrientes), pudimos hacer una visita a la Virgen del Valle, que estaba muy expresiva, rezando por todos nuestros amigos.

En Tucumán logramos visitar la Catedral, que parece un palacio de mármol translúcido con sus elegantes arcadas. Veneramos la mismísima cruz fundacional -qué tesoro!-, enmarcada por el conocido fresco que muestra al fundador , a un misionero -que parece san Francisco Solano- y a un indio que le rinden homenaje. También están las antiguas imágenes de los patronos ("los galleguitos" ), que salvaron la ciudad del ataque mortal del yanacona Gualán, como ya hemos comentado en este foro. Otro gran fresco evoca este milagro, que integra una serie de hechos sobrenaturales que marcaron la Argentina naciente.

Fue un refrigerio tomar un "Eiskaffée" o “café vienés”, de esos que vivían tomando Francisco José y Sissi (café negro con helado de crema, toque de cognac y un poco de Chantilly y guindas). Es un privilegio encontrar una buena confitería, y la Royal, en la plaza, bajo varios aspectos lo es.

Con tantos transbordos, llegamos medio tarde a Corrientes, donde un matrimonio amigo, los Benítez Meabe, nos invitaron a almorzar al hotel de turismo, con su magnífica vista al río. Es una maravilla, con su techo de madera y arañas holandesas, muestra de la Argentina distinguida de los años 30, construido o decorado por el arq. Bustillo.

La llegada, poco antes, al hotel Guaraní, fue un primer contacto con la cordialidad correntina, afable, musical y tradicional. Ahí nos esperaba una nota de estos amigos que sonaba como un sapucay, con su vigoroso ¡¡Bienvenidos a Corrientes!! que no fue de mera cortesía.

El Museo Histórico “Tte. de Gobernador Manuel Cabral de Melo y Alpoim”, que dirige nuestro contertulio G.A., es una joya arquitectónica e histórica, con sus cañones, armas, muebles, documentos , cuadros y demás objetos puestos en excelente orden, que comunican por los 5 sentidos el pasado correntino.

El acto tuvo lugar al anochecer, en el patio colonial, con su bello aljibe, en una temperatura agradable , combinándose altura académica, distinción e intimidad. Se clausuraron las actividades culturales del museo y se presentaron el boletín nro. 6 del Instituto de Genealogía, y la revista de historia y cultura -"La verdad sin rodeos"- de su entidad hermana, conteniendo ambos artículos de gran interés que ya estamos disfrutando.

El sábado a la mañana, F. y M. S., generosos anfitriones, nos llevaron con B. y E., que acudió a la cita desde el norte, a una interesantísima recorrida. No podía faltar el pasaje por la Punta San Sebastián (que es nuestro Patrono en Sañogasta, con la Virgen de la Candelaria), donde funcionó una antiquísima ermita que, creo, fue el primer solar sagrado de la Ciudad de Vera. Es esta punta una de sus “7 corrientes", donde el río, al chocar con ellas, genera el círculo atractivo y seductor de sus peligrosos remolinos.

Nos quedamos admirados de la anchura inconmensurable del río, tan distinta de nuestra zona mediterránea, con sus vertientes que parecen hilitos de cristal. El espejo de agua y las islas lejanas dan una sensación de serenidad que es uno de los grandes encantos de Corrientes.

Veneramos la milagrosa cruz de Urunday, que los indígenas no pudieron quemar -como contó Francisco tiempo atrás-. Es un sagrado emblema de Corrientes la cruz envuelta en llamas... como la zarza ardiente.

Al convento de San Francisco, de los libros de arquitectura tradicional, nos encantó verlo "en carne y hueso", con la presencia marcante de la madera, la exhuberancia de los patios y los muros recogidos por los que pasaron tantos misioneros que hicieron patria y civilización cristiana. Que dejaron la simiente de la Fe y de la fundación de pueblos, muchos de los cuales se levantaron en torno de las capillas -una forma muy católica y orgánica de nacer, que explica la religiosidad del pueblo correntino.. .

A la tarde conocimos la casa, sobria y elegante, de una acogedora dama, Da. E.M. de B., madre de nuestro entrañable amigo, admirando antiguos personajes que allí parecen aún presentes, como un joven Díaz de Vivar y Alzaga que recuerda a un diplomático de la Santa Alianza.

La noche fue ocasión de reunirnos nuevamente, bien a lo argentino, esta vez en casa de los S., con varios amigos, nuevos y viejos, donde primaba el ambiente navideño, la hospitalidad y la afectividad. La conversación fue sustanciosa, amena y variada, en medio de las exquisiteces preparadas por la dueña de casa. Fue una velada memorable.

El domingo, antes de la partida, alcanzamos a conocer el Jesús Nazareno, imagen tocante de Nuestro Señor arrodillado, con la cruz a cuestas, invitando a la conversión y a la lucha contra nuestros pecados y la obra del mal.

En el Chaco, cuyas ciudades lógicamente no tienen la tradición de Corrientes, vimos bien plantadas, hechas en cemento, cruces fundacionales acompañados de bellas imágenes de Nuestra Señora, que sin duda dulcificaron el antiguo "infierno verde", hoy pujante y progresista productor agropecuario, como su vecina del Paraná.

Al mediodía, retomamos el auto en Catamarca para volver a La Rioja. Tomamos la maravillosa cuesta de la Cébila, con sus laderas alfombradas por cebiles, algarrobos y talas: un ensueño.

Mazán, el paraíso de la aceituna, es un oasis desolado a la hora de la siesta, en medio de imponentes cerros y desiertos.

La escena de golpear la puerta trancada de la comisaría para pedir un informe sobre el camino a la cuesta, y esperar un rato hasta que una voz viril contestara "ya va...!", es una reminiscencia de la Argentina de siempre. Luego pasamos Aimogasta, donde está el olivo cuatricentenario de Arauco, las cercanías del legendario Fuerte del Pantano, el "Valle vicioso", así llamado por su verdor, cumpliendo con las rituales oraciones por el alma del "degolladito" y luego en el "Señor de la Punta ". Punta del Velasco, ya “faltando menos” para llegar al pago.

Al atardecer, casi 24 horas desde la salida de la Ciudad de Vera, pudimos agradecer a la Virgen , en la Ermita de la Imagen Peregrina de N.S. de Fátima, frente a casa, tantas cosas interesantes vistas y vividas, tanto afecto recibido -y retribuido- y la gran satisfacción de haber conocido esa mítica Corrientes y visitado a sus vecinos característicos, bastión de autonomía, catolicidad y argentinidad, la del señorío afable, la del heroismo callado, la de la bella Señora de Iratí, “Reina de la Civilización en la Cuenca del Plata”..

Para nuestros anfitriones, un especial abrazo agradecido.

Para todos nuestros amigos, la alegría de retomar el contacto.

L. y B. M.



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