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jueves, agosto 17, 2006

Se intenta quitar el nombre a la Hemeroteca Nacional

Buenos Aires, 15 Ago. 06 (AICA). Biblioteca Nacional. Son ya numerosas las protestas que se suscitaron al conocerse el proyecto presentado en la Legislatura porteña de pedir al Presidente de la Nación que se quite el nombre del novelista católico Gustavo Martínez Zuviría a la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional, creada precisamente por él mismo.

Entre otros, el presidente del comité ejecutivo de la Exposición del Libro Católico, que con el lema "El buen libro, heraldo de la Verdad" se abrirá en Buenos Aires el próximo lunes 4 de setiembre, don Manuel Outeda Blanco, envió una nota al presidente de la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires, doctor Santiago de Estrada, en la que le participa de su inquietud y de la de muchos, por el mencionado proyecto. "Gustavo Martínez Zuviría -dice la nota de Outeda Blanco- fue el más popular de los novelistas argentinos de su época por su privilegiada destreza en el arte de contar. Publicó su primera novela ("Alegre") en 1905, llegando a editar 40 libros entre novelas, biografías, cuentos e historias. Su obra fue traducida a muchos idiomas y el número total de ediciones de sus libros es más de 500 (sólo "Flor de Durazno" alcanzó en castellano las 42 ediciones).

Es uno de los escritores argentinos más fecundos y su nombre es conocido mundialmente. "Sus méritos -agrega- le valieron la designación de miembro de número de la Real Academia Española y, entre otros, el Premio Nacional de Literatura. Nunca escribió una página de la que pudieran avergonzarse sus 12 hijos.

Ejemplo de honradez en su trayectoria pública
"Lejos de contentarse con la tranquilidad que su poderosa imaginación de forjador de ficciones le ofrecía continúa diciendo la nota-, Martínez Zuviría ejerció la función pública, aceptando responsabilidades de primer orden en la cultura nacional. Fue funcionario probo y capaz, y sus energías físicas y mentales no parecían tener límites: llegó a trabajar 18 horas diarias, sin concederse descansos intermedios.

"Su trayectoria pública es ejemplo de honradez y amor al país. Baste mencionar que en sus 25 años como Director de la Biblioteca Nacional multiplicó varias veces el depósito bibliográfico. En oportunidad de las Exposiciones del Libro Español, obtuvo la donación de los miles de volúmenes que habían integrado la muestra. Por su gestión, importantes colecciones privadas pasaron gratuitamente a enriquecer la Biblioteca Nacional.

Después de revelar que Martínez Zuviría recibió la Biblioteca Nacional con 270.000 volúmenes y la entregó con más de 700.000 al retirarse del cargo, señala que el escritor católico fundó la Hemeroteca, que hoy lleva su nombre y fue también el que inició las gestiones para que se dotara a la Biblioteca de un nuevo edificio, por ser insuficiente e inadecuado el que ocupaba en la calle México. Para ello encargó el proyecto al mismo arquitecto que edificó la Facultad de Derecho en Palermo, y pagó de su peculio personal la correspondiente maqueta.

Un acto de anacrónica intolerancia
En otra parte de la nota, el presidente de la Exposición del Libro Católico expresa su esperanza de que el proyecto de la Legislatura porteña "no se convierta en un hecho más que se suma a las injustas discriminaciones de las que ya ha sido objeto Martínez Zuviría", y se manifiesta preocupado por la posibilidad de que se caiga en un acto de anacrónica intolerancia cultural, que agravia la libertad de pensamiento y de expresión, derechos proverbiales que hicieron de la Argentina una nación de paz y de convivencia para todos los que quisieran habitar este bendito suelo".

En la parte final de la nota, Outeda Blanco dice: "Los pueblos que olvidan su pasado pierden su futuro. Martínez Zuviría puede tener críticos que discrepen con su pensamiento, pero es innegable su aporte valiosísimo a la cultura nacional. En las sociedades democráticas y pluralistas los hombres de la talla de Martínez Zuviría no son relegados a un injusto e ingrato olvido. En la Divina Comedia, en los pasajes sobre el infierno, el Dante coloca en el lugar más abismal y tenebroso a los desagradecidos.

"Esa sede esencial de nuestra cultura argentina, la Biblioteca Nacional, debe ser siempre un lugar donde se honre a esta sublime actividad humana, donde se valore a los artistas que hicieron grande nuestra Patria y donde se respeten las distintas corrientes de pensamiento, que ennoblece a quienes reconocen la virtud honesta y el fiel servicio a nuestro querido país".+

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