Centro Cultural Querencia
Ciudad de Buenos Aires
Argentina

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viernes, diciembre 02, 2005

Meditación sobre la Cultura

Hace un tiempo encontramos una maravillasa reflexión sobre la cultura en el sitio, recomendable por cierto, de www.hablandodelapatria.com.ar dirijido por un coterraneo al cual le mandamos afectuosos saludos.
La meditación se divide en dos partes. Aqui transcribimos algunos fragmentos para que les motive leerlo completo desde el mencionado sitio.

" No parece exagerado decir o reiterar-porque con llamativa insistencia lo vienen advirtiendo en estos últimos decenios, los artículos más selectos de todo el Universo-que nuestra Civilización ha caído y de debate en el pozo de una crisis espiritual análoga, si no substancialmente igual ,a la que abatió al formidable Imperio Romano, cifra y compendio del brillante mundo pagano; y que, en esencia, esa crisis podría expresarse esquemáticamente en la identificación falaz que, al menos implícitamente, se postula entre la felicidad-norte incoercible de todo esfuerzo humano- con placer y, sobre todo con placer sensible ....
... Frente a tan hondo y complejo y cambiante panorama, pienso que hay dos instituciones, sobrenatural una, natural la otra, que pueden detener al hombre hoy en su loca carrera hacia la muerte, pronunciando las palabras salvadoras de la Sabiduría y la Virtud y restaurando el enceguecido rey de la creación en el trono de la Verdad, el Bien y la Belleza, serenado ya su espíritu y su cuerpo en la armonía y la paz...
... Concentremos hoy nuestra meditación dada la naturaleza propia de este artículo, en el tema de la cultura en su faz humana y natural; y comencemos por la consideración de uno de los métodos más cotidianos más difundidos y comunes de transmitir ideas y vivencias; la lectura, sea de libros, diarios o revistas. Decían los antiguos que la mejor forma para aprender era enseñar; la segunda, escuchar; y sólo la tercera y última leer. Más fuera que el mundo antiguo no conoció la proliferación y multiplicación del libro que- para su bien y para su mal, como enseguida diremos, y por obra del arte de la imprenta conforma una de las más acusadas características del hombre moderno- lo cierto es que las condiciones propias de la vida contemporánea hacen de la lectura, sin desmedro de la profundidad y exactitud del decir antiguo, un medio prácticamente insustituible del perfeccionamiento intelectual y moral.
Lejos de mi intención empero, el afirmar que el saber leer y, por ende, el leer, sean un bien absoluto. Son un bien si leo buenos libros, buenas revistas, buenos diarios; textos, en suma, que me ayuden a formar mi mente y mi alma en eso que los filósofos llaman hábitos no en el sentido usual y corrompido de rutina o repetición cuasi mecánica de actos, sino en el propio y recto de virtud poder, disposición para captar derecha, fácil y gozosamente la realidad profunda de las cosas, esa que se esconde tras su ropaje sensible, tras su apariencia material, y que sólo se desnuda ante la penetrante y pura mirada de la mente que no aspira sino a reflejarla. Leer es, en cambio, un mal, si mediante la lectura atiborro mi mente de noticias de hechos, ideas, opiniones ,cuestiones tan dispares, inconexas, inciertas o inútiles, por baladíes, que me impidan llegar alguna vez a saber algo, por lo menos algo a fondo, con inconmovible certeza; o destruyan en mí esas certidumbres esenciales heredas y adquiridas de un sentido común no maleado por perversiones de la inteligencia, del sentimiento, de la voluntad o de la sensibilidad ...

... Recuerdo que en una soledosa tarde castellana llevaron me mis pasos vagabundos a un humilde caserío, en cuya modestísima taberna reúnanse algunos campesinos del lugar a beber el clásico vaso de vino de la hora postrera, cuando la muerte lenta muerte del día invita al ensimismamiento o al remansado descanso del cuerpo y del alma en la expansión cordial de la charla amistosa. Se me antojó entonces comparar el recio y responsable sentido de la paternidad, de la propiedad, del amor al terruño y al genio nativos que exhibían aquellos rudos campesinos( que por supuesto, no sabían leer ) con ese agitado hombre de la ciudad contemporánea que esconde tras la apariencia seductora de un atuendo elegante, de unos modos desenvueltos y de un habla fácil, la radical penuria de una vaciedad espiritual que lo lleva a abdicar con suma ligereza de su honor y responsabilidad de hombre, de padre, de marido, de ciudadano.¿ me atrevería entonces, nos atreveríamos ahora, a decir que el último- Mr. Babbit- era o es más “culto” que los primeros, rudos Sanchos que pueblan todos los campos y aldeas del mundo donde aún el estrépito huero del diario, la radio o la televisión no apagó la luz de la Fe y la Sabiduría ancestrales?.
El tema plantea y lleva como de la mano a considerar qué debe llamarse en propiedad “CULTURA“ del hombre ; qué papel desempeña en ella la lectura y la alfabetización que a la misma permite el acceso, y cuáles sean las mejores o más propicias condiciones para la formación del hombre “culto“. No es dudoso que el abordaje de tema tan fascinante nos introduce de lleno en el tesoro de la cultura heredada de nuestros mayores y coloca el hacha de nuestra crítica en las raíces mismas del modo de vida contemporáneo...."


Link: http://www.hablandodelapatria.com.ar/gladius_n11.htm

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